EL CALDERO DEL DIABLO


CASO DIEGO.- Sin ánimo de aplicar el humor negro sino ante la falta de informaciones y hechos que expliquen lo acontecido con el líder político panista, Diego Fernández de Cevallos, ante el delito cometido contra su persona, al desaparecerlo, se ha suscitado una
mala hierba de hipótesis de todo tipo y grados de verosimilitud, que para algunos analistas políticos concluyen en dos: por un lado, dicen que fue secuestrado por el crimen organizado, incluido el narcotráfico, por otra parte, algunos consideran que los autores de este delito son guerrilleros del EPR que sientan sus reales en el estado de Querétaro, ambas posibilidades son extremas y las más negativas para el futuro de Fernández de Cevallos, pero se va abriendo otra hipótesis debido a informaciones del día 17 de mayo aparecidas en la prensa nacional en las que se dice que las autoridades federales y estatales de Querétaro tienen retenido dentro del rancho “La Cabaña”, donde fue encontrada la camioneta del ahora secuestrado y en la que se constataron signos de violencia, al velador Israel Peralta Sánchez y los vecinos dicen que también se llevaron a dos de los peones que trabajan en ese rancho, como en las novelas que tratan de temas sobre crímenes o delitos importantes, en estas situaciones el culpable es el mayordomo del rancho o finca, por lo que no se nos hace descabellada la actuación de los elementos policiacos, pues frente a la nota que ha caracterizado este problema de no saber gran cosa y no dar con la víctima, al menos se debe comenzar por lo clásico, dado que la camioneta fue encontrada dentro de la propiedad de la víctima, claro es que las cosas no son nada simples, sobre todo por la personalidad del secuestrado que inclusive ha llenado notas en internet tanto a favor como en su contra, y en este último caso aparece un odio terrible contra el licenciado Fernández de Cevallos, pues es un hombre bien conocido nacionalmente por su actuación política, su cercanía con Carlos Salinas de Gortari, su liderazgo indiscutible en el PAN, sus múltiples relaciones profesionales y sociales, etcétera, por lo que la gente se pregunta que si eso hacen con Diego qué oportunidad queda para muchos de los demás.
No perdemos la esperanza de que al aparecer estas líneas ya haya aparecido con vida el licenciado Diego Fernández de Cevallos pues es signo de cobardía y maldad decir lo contrario…EL ETERNO DIEGO.- Dicen que Diego Fernández de Cevallos y Ramos es del D.F. nació ahí en 1941, pero en realidad es de Guadalajara y de San Juan del Río, en Querétaro, pero de “ser”, lo que se llama “ser”, cualquiera sabe que Diego se hizo en Jalisco. Fue de aquella generación de panistas que, en la esquina de Colón y Juárez, celebraban trepidantes mítines, verdaderos torneos de retórica fina, aquellos panistas que sí sabían leer y hablar, aunque hoy, usted no lo crea, porque hubo un tiempo en que el PAN fue letrado, hablaban en conceptos elaborados y palabras como estiletes. Conocían el reto de “traducir” para los profanos, lo más actual de entonces en el pensamiento francés que era lo máximo.
Hoy ni quien se imagine a un político manejando algo distinto a la “filosofía chiva” o a la “filosofía Chop-Suey”. Pero doy fe de que aquellos no sólo sabían leer, igual sabían decir. Eran muy buenos, aunque no se estuviera de acuerdo con ellos. Notables. Prendían a la gente sencilla de los portales, cumpliendo su papel de “leal oposición”. De esos es Diego. No el más brillante, pero sí de bastante buen decir. Todavía hace algunos años, en el “debate” donde tuvo la ingrata tarea de proteger a Zedillo, se le pudo notar la formación de quien todo lo hace sonar como a homilía. Con su índice levantado hacia arriba: hacia el cielo prometido, hacia abajo: el infierno. Ese es Diego.
De Jalisco se fue a la UNAM. Luego al despacho de Manuel Gómez Morín, los fines de semana, a la tierra donde su señor padre era hacendado de los grandes y serios. Ahí en Querétaro, donde sus ranchos bordeaban con aquel de don Mario Moreno que era una chulada de propiedad y que andando el tiempo fue todo suyo. Por supuesto que Diego, importante “per se” en el PAN. Ni pobre, ni trepador, ni arribista. O sea: hay categorías y Diego se cocina aparte. Importante en el PAN, pero mucho más en todo el sistema político mexicano. En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari salió disparado como cohete de bengala, en feria patronal alteña. Brilló y “se revistió”. Salinas le entregó el control de aquella Cámara de Diputados federal. Hecho sin precedente. Responsable de los dineros bastantes y los trámites rituales que los diputados cumplen en este país. Diego fue el primer “ardillita”, porque no salía de Los Pinos. Pero un jalisciense, proveniente de Michoacán, dicharachero e ingenioso, Enrique Chavero Ocampo, aterrado por la promiscuidad política, exclamó como protesta y choteo: ¡Jefe Diego!, refiriéndose al panista encargado del poder y el dinero, el “gobierno del PRI”. La expresión fue tan afortunada, que se quedó como elogio. Diego es cercano a Jalisco todo. No sólo a Arandas, por magníficas razones. Que salga bien de ésta. Te lo pedimos Señor.
Nos leemos mañana

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