¡El gobernador Suertudo, piensa que el gato se ‘zurra’ cada rato....! El gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, es un asiduo comprador de billetes de lotería y este día mientras esperaba que se iniciara el acto de toma de protesta de Eviel Pérez Magaña, aprovechó y compró la serie completa con terminación en 7. El pasado 31 de diciembre de 2007, junto con varios empresarios locales, se sacó el premio mayor de la Lotería Nacional correspondiente por un monto de 25 millones de pesos. El propio mandatario estatal dio a conocer que se sacó la Lotería Nacional con el número de serie 05676, la cual compró el 31 de diciembre en la zona conocida como Los Portales del puerto de Veracruz. Ahora en la compra de esta serie en Oaxaca el Ejecutivo regaló unos _cachitos_ a los empresarios los hermanos del actual gobernador oaxaqueño Valentín y Felipe Ruiz Ortiz, reservándose más de la mitad de la serie comprada, por si se pierde la gubernatura...... ¿Nos hacen los mandados?, ¡óigame no! Tampoco desestime a la oposición mi querida lideresa, pues le recuerdo que no hay enemigo pequeño y es que ayer se desató la líder y diputada federal del PRI, Beatriz Paredes, cuando se refirió a la “oposición” y su léxico no la ayudó mucho que digamos, pues de sobra sabemos cómo vienen las elecciones para el 4 de julio del presente y pues mejor hay que tener nuestras reservas, indistintamente del santo de su devoción digo..... El que de plano la k go.... Fue el niño Verde, pues para empezar este sujeto despotricó contra Gabino Cue ayer en Oaxaca, cuando tiene años viviendo del partido propiedad de su padre y se ufana en predicar “democracia”, no mameyes en tiempo de liches mi querido _chamaqueado_ pues si usted y su family para sobrevivir se fueron con el PANISMO en las elecciones del 2000. ¿Eso es tener congruencia, defender principios? No se puede escupir p´arriba mi chori$$$$$$.... ‘Ciudad Juárez, es nomber-one’.... decía Juan Gabriel..... Testimonio de un habitante de Ciudad Juárez, Chihuahua, narrado en el foro “Primero justicia. Voces por Juárez”, en Coyoacán, DF.
Casi a mediados del 2009, mi esposo estaba cerrando el taller cuando se detuvo una van y una persona se bajo a darle una nota: le decían que le daban un mes para entregar una cantidad y lo dejaran seguir trabajando. Mi esposo la estaba leyendo en la calle cuando llegaron mis dos hijos y él les dijo lo que sucedía, se subieron a la camioneta y los siguieron hasta llegar a una casa. Ya estando ahí, no sabían qué hacer. Era mucha la rabia, y también el miedo. Uno de mis hijos dijo que deberían dar parte a la autoridad. Parece ingenuo, pero nosotros aun confiábamos en la autoridad. Muy cerca se toparon con un comando de la Policía Federal; les dijeron lo sucedido y les entregaron el papel de la extorsión. Los oficiales les dijeron que regresaran a su casa, que ellos iban a pedir refuerzos. Al regresar fueron interceptados por un comando de sicarios, quienes en ese momento asesinaron a mi esposo y a mi hijo mayor. Mi otro hijo iba en la parte trasera. Logró esconderse, pero quedó muy mal herido; estuvo casi una semana en coma. Había que cuidarlo día y noche. También tuvimos que sepultar a mi esposo y a mi hijo. No sé de donde saqué fuerza, no podía llorar, no me podía desmoronar. No recuerdo quienes estaban conmigo, pero sé que todos los amigos y amigas estuvieron atentos y que cada quien se hizo cargo de algo. Recuerdo a compañeros del grupo de AA que se quedaban a cuidar a mi hijo. Yo no sabía qué había pasado, sólo recuerdo la rabia al leer la nota de los diarios “Narco ejecución, tres personas a bordo de una Yukón, a punto de irse a un barranco”. En el hospital, la policía esperaba, al igual que nosotros, para saber qué había sucedido. Finalmente mi hijo recobró el conocimiento. Un amigo suyo estaba a su lado y a él le dijo todo lo que había sucedido. Luego le pidió que lo llevara al baño y comió antes de que le interrogaran. Yo lo vi y lloré con él, lo besé. Esa noche empeoró y falleció. Aún no entiendo nada. Cuando un familiar muere acribillado, pierdes todo, hasta la dignidad. Cualquiera puede hacer especulaciones. Las líneas de investigación siempre empiezan por sospechar de las víctimas y uno debe demostrar que no había razón para que le sucediera esto. ¡Cómo si hubiera una razón para cometer estos delitos, para asesinar, para destruir la vida de las personas! Es una herida siempre abierta. Con cada asesinato, pienso en el viacrucis que van a vivir las familias de esas personas, porque es ahí donde empieza. Luego las autoridades te cuestionan todo, ¿que por qué no denunció? Mmm, ¡que desvergüenza! ¿Que por qué no denuncié? Como si no hubiera ya bastante gente denunciando…

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