SU PURA MADRE.- Conocido por todos es el hecho de que el general Obregón, perdió el brazo derecho con motivo de la famosa Batalla de Celaya, en la combatió en contra de las fuerzas del general Francisco Villa. Su convalecencia la llevó a cabo en la ciudad de Lagos de Moreno, hasta la que llegó uno de sus subordinados que venía de la ciudad de México, para conocer el estado de salud de su jefe y a la vez, darle las novedades de la capital. -Mí general, fíjese que allá en México dicen que quedó usted muy mal herido y que hasta le supura el brazo. Obregón contestó: -¿Qué me supura? Su pura madre todavía hay Obregón para rato.
La pérdida de su brazo originó múltiples chistes, como el del secretario de Venustiano Carranza Garza, Juan Barragán, quien señaló:-A que chistoso es este "Obregoncito". Tanto problema porque no le cortaran la barba y ahora fue hasta el brazo. Señalaba lo anterior, derivado de que Obregón se había dejado la barba y expresaba que no se la cortaría, hasta que no derrotara a Villa. Después, una vez ya repuesto del brazo llegó a San Luis Potosí, en donde un numeroso grupo de habitantes, lo recibió de manera triunfal manifestándole que eran fervorosos constitucionalistas, les contestó: -Yo creo que ustedes son tan revolucionarios, como los católicos son católicos. Son más por temor al diablo que por amor a Dios, y ustedes son revolucionarios por temor a Carranza y a mí, no por sus creencias.
El general Álvaro Obregón Salido siempre señalaba que Dios, sólo repartía la mala suerte entre los pendejos. Hablando de ellos, resulta que en 1923 el general Enrique Estrada, que estaba al mando de las fuerzas militares del estado de Jalisco, se rebeló al gobierno constitucional adhiriéndose al general Adolfo de la Huerta. Estrada, subordinado tiempo atrás de Obregón, se atrincheró en Guadalajara, pero el astuto sonorense le hizo creer que lo atacaría vía Ocotlán, aunque la verdad es que lo haría por las montañas, con el general Lázaro Cárdenas del Río. Se tragó el anzuelo, y dispuso que el general Buelna enfrentara a Cárdenas. Este, tenía la instrucción precisa de no presentar combate sino de sólo distraerlo, con el propósito de que otra columna -la más fuerte- llegara por Guadalajara. Pero Cárdenas le quiso hacer al héroe, presentó combate frontal y sufrió una terrible derrota, siendo herido gravemente y hecho prisionero. Enterado el general Obregón del hecho, expresó:-Maldito trompudo. Le dije que no presentara combate, pero el muy idiota tomó por su cuenta las decisiones. ¡Y claro le rompieron la madre! Dios nos libre de pendejos con iniciativa.
Después de la pérdida de su extremidad, el general Obregón envejeció y encaneció de manera terrible, a tal grado que su peluquero le comentó la posibilidad de teñirle el bigote, expresándole:-¿Pintarme el bigote?-Sí, mí general, tengo una pintura que ni sé le va a notar.
-Pues si no sé me va a notar pues debe ser una chingadera. Olvídate, bastantes desvelos y problemas me han costado tener estás canas, y no voy a quitármelas como vieja presumida.
Por esas fechas, uno de los más entrañables amigos de Obregón, el general Manuel Diéguez se había sumado al movimiento delahuertista, siendo capturado en el estado de Chiapas, cuando pretendía ingresar a Guatemala. Ante ese hecho, le escribió a su antiguo amigo suplicándole le perdonara la vida, recordándole las vivencias y los buenos tiempos. Obregón, frío como de costumbre, le contestó:-Supongo que al levantarse en armas contra mi gobierno -ya Obregón era Presidente de la República- sabía en la que se metía. Pero es evidente que su poca vergüenza, sólo es equiparable a su miedo a morir, y me quita cualquier escrúpulo que pudiera yo tener respecto de la orden de que junto con este mensaje que envío, lo fusilen.
Nos leemos mañana.
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