Hizo de lo excepcional algo común.- Joaquín López-Dóriga. La muerte de Carlos Monsiváis me produjo una profunda tristeza. Durante años, desde nuestras discrepancias, que él siempre recalcaba y con las que revaluaba y calibraba nuestra amistad, tuve el gozo de compartir momentos divertidos, unos, delicados, otros, pero todos intensos, en la intensidad de su generosa amistad. Reclamaba, pero toleraba, difería, pero toleraba, estaba de acuerdo, y también toleraba.Quizá esa fue una de sus prendas personales más apreciadas, su tolerancia a veces hasta con la misma intolerancia; su tolerancia hasta con aquellos que en algún momento de su vida abusaron de él, lo decepcionaron, y ayer, a gritos, lo reclamaban suyo.La relación más cercana con Carlos Monsiváis la tuve a través de José María Pérez Gay, primero, y luego vía Javier Aranda. Un día recordábamos la transmisión de Noticieros Televisa de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el 4 de noviembre de 2004. Aquella interminable jornada en la azotea del hotel Hay Adams, frente a la Casa Blanca, que se alargó horas y cruzó la medianoche en busca inútil de un ganador del proceso, y que nos fuimos a dormir, ayunos de todo porque no había ya donde cenar, casi a las 3 de la mañana, para que al amanecer el demócrata John Kerry condenara a la humanidad otros cuatro años de Bush, lo que ese mundo no acaba de perdonarle ni de reponerse. Conforme corrían las horas de aquella helada noche, Carlos, estoico, sentado yo a su lado, intervenía cada vez que encontraba algo ocurrente. Cuando a los demás, y a mí en lo particular, se nos agotaba el tema, él siempre sacaba uno diferente, certero, hilarante a veces. De Carlos recordaré, siempre a través de Javier Aranda, su escudero, su fiel escudero, las comidas en los lugares que le gustaban de la Condesa, sus cocas de dieta, sus jugos de naranja y sus capuchinos y la conversación, y los reproches, y la generosidad y el compromiso permanente de continuar la comida y el reanudar la conversación en el punto y coma en que la había dejado. De su regreso de Cuernavaca, por la generosa hospitalidad de los Pérez Gay, comimos en el Guría. Lo vi muy repuesto, vamos, casi como siempre.
Su posterior y último ingreso al hospital dejó trunco el siguiente encuentro, pero no el recuerdo ni la gratitud a quien supo hacer de la generosidad, el cariño y la tolerancia un modo de ser tan excepcional como común. Retales 1. VIAJE. Este fin el presidente Calderón asiste a la cumbre del G-20 en Toronto. La selección nacional jugará ese fin;
2. UNAM. Largo encuentro de Carlos Slim, en CU, con el rector José Narro, estudiantes y académicos. Tres horas de preguntas y respuestas; y 3. HONORIS. La Universidad de Lituania entrega el jueves un doctorado honoris causa a Juan Ramón de la Fuente.
Nos vemos mañana, pero en privado.

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